sábado, 12 de diciembre de 2009

El valor de la gratitud


Aunque hace ya un par de meses que se comenzó a sentir el entusiasmo por la Navidad, especialmente en las áreas comerciales, diciembre marca definitivamente la época de Adviento, es decir el tiempo de espera y preparación para la celebración del nacimiento de Jesús -que es la esencia de la Navidad-, un nacimiento que podemos tomar como símbolo del renacimiento de ese niño Jesús que convive dentro de nosotros a través del amor hacia nuestros semejantes. Diciembre significa además el tiempo para despedir una etapa de nuestra vida y darnos la oportunidad de comenzar con entusiasmo un nuevo año.


Diciembre también es un tiempo que tradicionalmente se presta para la fiesta, la alegría, el compartir con seres queridos, la familia, amigos y conocidos. En este mes los invito a aprovechar la energía de ese ánimo festivo y de celebración, para practicar el valor de la gratitud. Hace poco leí en un folleto de Unity, que la gratitud es “una respuesta gozosa”, yo diría que a la experiencia de recibir.


Con la inspiración de la cercanía de la Navidad, te invito a reconocer cada uno de los regalos que recibes, y a agradecer por ellos. ¡Hay tanto por lo que sentir gratitud con la vida! Puedes hacer una lista de las cosas que te gustan de tu vida, de tu entorno, de tu ambiente, de tu casa, de la gente que te rodea, de tu trabajo. Aunque te parezcan muy pequeñas o insignificantes, no dejes de anotar nada. Haz una lista y probablemente te darás cuenta de que recibes más de lo que creías. Incluso en aquellas situaciones que te parecen negativas hay algún regalo: alguien que se te muestra solidario, un amigo que te escucha, un familiar que te tiende la mano, una puerta nueva y diferente que se te abre, o simplemente una oportunidad que “el obstáculo” te da para crecer y ser más fuerte y más sabio.


Hay múltiples momentos en el día que puedes aprovechar para agradecer. Cuando te levantas puedes dar gracias por el día que comienza. Cuando vas por la calle, puedes dar gracias por los arboles y las flores que ves, por el aire que respiras, por la tierra que te acoge. Puedes dar gracias simplemente por estar vivo, por la salud que tienes, por los hijos que encaminas en sus vidas, por la pareja que te acompaña, por los amigos que disfrutas. Da gracias por la comida que llega a tu mesa cada día, y da gracias porque esa comida te sirve para que tu cuerpo se alimente. Demuestra tu gratitud diciéndolo a aquellos que te sirven, a quienes hacen posible que tu vida sea más llevadera.

La gratitud tiene un poder tan fuerte, que cuando haces de ella una costumbre, te haces consciente de todo lo bueno que mereces, y por lo tanto te valoras más y valoras más lo que tienes, te fortaleces, y eso inevitablemente tiene un efecto positivo en atraer más bendiciones a tu vida. Hoy doy las gracias a la gente que con su esfuerzo, sus conocimientos, su apoyo o su acompañamiento hace posible que nuestro trabajo llegue a ustedes a través de muchas vías. Y a ustedes, queridos amigos, doy las gracias por recibir el producto de nuestro empeño. Y por todo esto doy gracias a Dios, pues soy muy bendecida.