sábado, 20 de febrero de 2010

Manifestar el amor

Por la cantidad de significados y manifestaciones que tiene el amor, muchos concuerdan en decir que el amor es un término especialmente difícil de definir.

Normalmente lo interpretamos como un sentimiento del cual resultan una gran cantidad de emociones. Lo cierto es que, al margen de complicadas concepciones filosóficas, el amor es una “cosa” que ha estado siempre presente en el universo, de una forma tan fundamental que la misma vida comienza en el amor, y está relacionado con la supervivencia de la especie. Pero además, no hay ningún aspecto de la vida en el cual no esté presente el amor, en cualquiera de sus múltiples manifestaciones. Incluso, hay quienes afirman que el amor no es único de la especie humana, sino que también los animales son capaces de establecer nexos afectivos.

En el plano espiritual se considera que el amor es Dios mismo y que los distintos sentimientos asociados a esa gran energía, no son más que el reflejo y la manifestación de Dios en nosotros, que además llevamos como herencia el haber sido creados a su imagen y semejanza.

Algunos pensadores creen que la búsqueda de la felicidad a través de las relaciones armoniosas con otras personas es el amor de Dios tratando de expresarse a través de nosotros.

Desde el punto de vista de la psicología, el amor sano y verdadero es aquel que es beneficioso tanto para quien lo siente como para el objeto de ese amor, ya sea que lo reciba concientemente o no. Para los creemos en la existencia de Dios y en su manifestación humana a través de Jesús el Cristo, el mandamiento “amarás a tu prójimo como a ti mismo” consiste en primero reconocernos y amarnos, para poder luego prodigar ese amor encerrado en nosotros hacia los demás, algo que sería una consecuencia natural del amor porque se dice que es una energía que tiene que moverse y enriquecerse constantemente. Al amarnos saludablemente (que no es sería otra cosa que reconocer nuestra esencia divina y nuestra valía), ese amor se va a expandir espontáneamente fuera de nosotros tocando a otros.

Podemos sentir o ver el amor en muchos lugares alrededor nuestro, la naturaleza, los seres queridos, los animales, los buenos sentimientos, el compañerismo, la amistad, la solidaridad, en fin. Lo importante es que sin que tengamos que coincidir en nuestras concepciones filosóficas o espirituales, todos estemos abiertos a aprender a manifestar el afecto libremente, a manifestar nuestra mejor esencia amorosa a través de la amabilidad, la gentileza, la aceptación, la bondad y la generosidad, en acciones cotidianas que al final nos enriquecen a todos.

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