sábado, 9 de enero de 2010

Obediencia no es perder la libertad de ser y actuar

     Muchos padres y madres modernos piensan que la obediencia es algo que está obsoleto. Es posible que muchos que han venido de una generación educada por padres autoritarios, se hayan sentido empujados a aplicar con sus hijos una forma de crianza opuesta. Y tambien es posible que esto haya hecho surgir una generación de padres muy permisivos, cuyos hijos tienen hoy poca valoración y conciencia del respeto y de la responsabilidad. Sabemos que los extremos son perjudiciales, que lo mejor es buscar un punto medio de equilibrio. Hoy, por ejemplo, muchos jóvenes creen que ser obedientes es no tener libertad para actuar o ser.

     Sin embargo, la obediencia -bien entendida y aplicada- es esencial para formar seres humanos responsables y libres. Al enseñarle obediencia a nuestros hijos estamos fomentando la conciencia y la seguridad de que están realizando buenas acciones, cuando ellos en momentos en que no pueden aún descubrir por sí mismos lo que es bueno. Para fomentar la obediencia en los hijos es necesario ejercer como padres una autoridad sana, es decir, una autoridad basada en la coherencia entre lo que se hace y lo que se dice. Autoridad no es lo mismo que autoritarismo. El autoritarismo promueve o personas rebeldes, agresivas; o personas muy sumisas, llenas de temores y baja autoestima.


     Los niños y los adolescentes necesitan tener límites y reglas. Ellos no poseen la suficiente madurez para discenir en todos los momentos, por lo tanto, los límites y las reglas les proveen seguridad y confianza. A veces con un comportamiento inadecuado un niño puede estar diciendo: “no sé cómo controlarme, necesito que me controles tú”. Por otro lado, las reglas y límites deben estar muy claros y adaptados a cada etapa de la vida de los hijos. Los padres deben con la práctica ser firmes en su aplicación, aunque siempre abiertos a cierta flexibilidad cuando sea necesaria.
     También es importante que los padres recuerden que cuando los hijos van creciendo deben darle un mayor espacio para desarrollar su propia capacidad de decisión y permitirles que vivan las consecuencias positivas y negativas de sus acciones.
     Tener autoridad no significa tener el control de todo ni castigar, sino ser coherentes y justos en las reglas, en su aplicación y en permitir que los hijos experimenten sus propias causas y efectos. Con esa experiencia aprenden a valerse por sí mismos, algo que redundará en que sean personas responsables, disciplinadas y seguras.
     La autoridad bien ejercida, la disciplina amorosamente aplicada, y el fomento de una sana obediencia, son herramientas que le dan a los hijos un punto de referencia que los guíe hacia las buenas acciones.


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 "La necesidad de la disciplina para formar niños obedientes", por Jana Lorreta

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